Este es el blog de un equipo de Cuidados Paliativos... trabajamos "a pie de cama", en el domicilio del paciente, en su espacio más íntimo y personal.

Todos los días hay un viaje distinto, duro, sorprendente, triste, emocionante... y con un final.

¿Nos acompañas?.



sábado, 28 de abril de 2018

DoLuS = DueLo = DoLoR...



Cuando Paula me propuso hablar sobre el duelo, pensé en todos los fallecimientos que he vivido en mi quehacer diario y en los duelos posteriores con las familias que así lo quisieron. También en mis propias pérdidas recientes y en los duelos que se amontonaron. Pero cuando, además, me habló del mundo de las pérdidas, empecé a pensar en todo lo que perdemos desde que nacemos hasta que morimos.

Desde los primeros segundos de vida en los que duele la luz, hasta los últimos, en los que el exceso de luz también duele. En todo lo que dejamos, en lo que nos abandona. En las personas que se quedaron, en las que dejamos marchar, en las que hallamos. En lo que dijimos y en lo que callamos. En lo que perdimos y en lo que sin buscar, encontramos. En el hecho de elegir, de abrir puertas que supone cerrar otras. En las capacidades y facultades que nos van dejando de lado y en las nuevas que descubrimos al faltar aquellas...

No se puede perder algo o a alguien querido sin dolor.

El duelo pone nuestro mundo conocido patas arriba, cuestiona nuestros valores, nos ayuda a aceptar y recolocar nuestra pérdida, saca el dolor y la pena desde lo más profundo, y supone, además, preguntarnos… Qué es lo realmente importante?

Somos lo que somos gracias a lo perdido y a como lo enfrentamos. Y ahí estamos… Cambiando, eligiendo, abandonando, siendo abandonados, abriendo, cerrando, perdiendo, encontrando, sin apegarnos demasiado, dejando ir,…ViVieNDo.



jueves, 5 de abril de 2018

eS uNa PeNa...



“Es una pena que la vida tenga que darte una hostia para que te des cuenta de que tienes que aprovecharla”. Es la segunda vez en menos de dos semanas que escucho esta frase.

La primera fue hace unos días durante una excursión con gente de la ONCE. Iba del brazo con Patricia o, mejor dicho, ella me cogía del brazo como suelen hacer las personas ciegas para dejarse guiar. Tiene treintantos, está separada, tiene dos hijas y un novio. Vive intensamente y ríe al mismo tiempo. El día que nos vimos, “es un decir” decía, estaba nevando y levantaba la cara hacia el cielo para sentir los copos blancos sobre su piel. Hablaba con total naturalidad de su carencia, es ciega de nacimiento y apenas distingue la luz, la claridad.

Nos acercamos a un estanque donde nadaban varios patos y dos cisnes, empecé a explicarle como eran y me cortó rápida: Ya sé cómo son, me lo han explicado mil veces y además los he tocado… tengo la imagen. Quizás no sea como la tuya, pero yo tengo mi realidad en mi cabeza. También tengo la idea de los colores, sé que este año se llevan los rosas y que hay varias clases de rosas, me lo han dicho mis hijas. El rosa chicle me encanta. El azul marino no me gusta nada, es muy triste”.


Cada vez que entramos a un lugar cerrado, se quita la capucha y se arregla el pelo con la mano.

“No necesito tocar la cara de las personas para conocerlas, me guío por la voz y lo que siento al estar cerca“. “Eso de que los ciegos tenemos más desarrollados los demás sentidos es un cuento. Lo que ocurre es que los utilizamos y vosotros no.” “A mi de niña nadie me dijo,…  nunca escuché a mis padres decirme: esto no puedes hacerlo por tu limitación. Así que  puedo hacer todo lo que me proponga… y lo hago.”


La segunda vez ha sido esta mañana. Maite tiene casi 50 años y un melanoma en progresión. Pasa la mayor parte del día en la cama. Se siente tan cansada que levantarse para ir al baño se le antoja una odisea… de apenas cuatro metros. Lo intento, pero soy incapaz de imaginar cómo es su agotamiento.

Nos ha preguntado por el campo. Le hemos contado… verde, amarillo, lila, flores blancas en los almendros y los cerezos, empieza el rojo de las amapolas… “Esta tarde intentaré salir a ver algún almendro…. Son tan bonitos! Tengo que hacerlo… porque después ya no….”. La frase se ha quedado congelada en algún rincón de la habitación, escondida detrás de un libro. Pero todos la hemos visto.


Y… “Es una pena que la vida tenga que darte una hostia para que te des cuenta de que tienes que aprovecharla”.